Es posible responder que la identidad también sea una necesidad básica

Las académicas e investigadoras Marcia Arbusti y Lucía Romanini, de la Universidad Nacional de Rafaela y la Universidad Nacional del Rosario en Argentina dictaron la conferencia Género, lengua y discurso en la universidad, como parte de la cuarta y última sesión del Foro Lenguaje inclusivo: nuevas perspectivas desde las universidades, organizado por la Red Universitaria de Géneros, Equidad y Diversidad Sexual (RUGEDS) de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL). 

En su intervención, Marcia Arbusti explicó que en Argentina inició la discusión sobre lenguaje inclusivo en los medios de comunicación y las redes sociales en 2006 con la promulgación de la Ley de Educación Integral y resurgen relacionados con distintos momentos históricos como la asunción de Cristina Fernández como presidenta, lo que también marca la ley de matrimonio igualitario o la de igualdad de género.

Indicó que en Argentina el lenguaje inclusivo recibe todas las miradas debido a la aparición de la e como marca inclusiva y, aunque algunos insisten en el uso del masculino genérico, también circulan manuales en los que se brindan herramientas y formas de inclusividad como el desdoblamiento de dos géneros (profesores y profesoras), los nombres epicenos como personas, sustantivos abstractos como infancia o colectivos como estudiantado.

Afirmó que quienes, como ella, en su labor académica argumentan a favor del lenguaje inclusivo se les suele señalar que es un tema clasista, centralista que sólo alimenta los divagues de sectores acomodados, pero que en realidad los posicionamientos, las discusiones o el debate en los recintos académicos no tiene ninguna incidencia social importante, más allá de algunas discusiones mediáticas. “Lo anterior confirma que el uso de la lengua no es gratuito, puesto que a partir de él se disputan poderes y privilegios que no se quieren ceder”.

Abundó en el hecho de que el argumento de estos sectores se basa en que en el barrio no se usa el inclusivo que la gente común enfrenta otro tipo de problemática “y que ni las equis ni las es llenan las panzas crujientes, esto se tiene que leer en un contexto de crisis nacional”. A lo que Arbusti replicó: “es posible responder que la identidad también sea una necesidad básica y por lo tanto debe ser nombrada, (…) el lenguaje inclusivo, entendemos, quiebra al binarismo al nombrar a las identidades disidentes y, por lo tanto, de ninguna manera debe ser subestimado”.

“El lenguaje inclusivo es la respuesta a la escucha de las necesidades de un colectivo, de una gran cantidad de hablantes, de tantas identidades que quieren presentarse al mundo para decirles quienes son y no pueden, porque el tesoro de la lengua no había reservado, hasta ahora, elementos para eso”, finalizó.

Última sesión del foro

Por su parte, Lucía Romanini dio a conocer que actualmente efectúan un proyecto de investigación que tiene como objetivo analizar prácticas y representaciones discursivas en las dos universidades en las que laboran ambas especialistas, la Universidad Nacional de Rafaela y la Universidad Nacional del Rosario, y emplean los dispositivos conceptuales y analíticos de los estudios de glotopolítica y el análisis del discurso a través de dos ejes: revisar en las páginas web y en los perfiles de las redes sociales de las universidades mencionadas los rasgos lingüísticos discursivos que adquieren los enunciados institucionales porque a través de esas palabras públicamente proferida el tutor muestra y escoge qué rasgos propios da a conocer y se evidencian las tensiones y los sentidos en disputa en toda discursividad. Además de realizar entrevistas grupales que permiten revelar las prácticas y analizar las representaciones entre lengua y género que tienenestudiantes y docentes.

Después de presentar algunos casos prácticos de su proyecto, Rommanini aseveró que “las intervenciones que sugiere el lenguaje inclusivo, especialmente aquellas que suponen las formas sin e o con equis en la escritura un distanciamiento más radical de la gramática como del estándar, constituyen gestos que los sujetos empleamos para marcar un posicionamiento que pueda asumir diferentes formas y que puede enunciarse de distintas maneras pero que se puede resumir como un posicionamiento anti-normativo, tanto en relación con el normativo lingüístico como en relación con el sistema sexo genérico y la norma cis heteromática. Lo que se busca no es el reemplazo de una norma por otra, sino una intervención que produzca un efecto disruptivo sobre la norma binaria estándar”.

Aseguró que, las universidades, como actores centrales de los procesos políticos que producen y participan en las disputas por los sentidos de discursos hegemónicos y antagónicos, “deben constituirse como instituciones transformadoras dispuestas a intervenir desde los saberes que en ellas se construyen y en particular desde las ciencias sociales y humanas como soporte para esa transformación en los procesos discursivos que contribuyan a traccionar cambios sociales que redunden en la ampliación de derechos de mujeres y disidentes, y por otro lado, hacerlo sin dejar de reconocer y de cuestionarse su lugar de privilegio como agentes de legitimación, de saberes y, por lo tanto, de discursos”, concluyó.

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