Imprescindible la relación entre el lenguaje inclusivo y la academia: Analhi Aguirre

En la primera sesión del foro Lenguaje inclusivo: nuevas perspectivas desde las universidades, Irma Munguía Zatarain dictó la conferencia titulada Desde la lingüística, ¿qué se puede decir acerca del lenguaje inclusivo?, donde explicó que los estudios formales de lingüística parten de la idea de que los seres humanos poseemos un dispositivo innato que nos termite a una edad temprana adquirir una lengua, de manera fácil y casi inmediata. La lingüística pretende hacer una formalización del conocimiento que los hablantes tienen sobre su lengua, con el fin de conocer cuál es la parte social y cuál es la biológica.

En esta segunda sesión, Analhi Aguirre, coordinadora académica de la Red Universitaria de Géneros, Equidad y Diversidad Sexual (RUGEDS) explicó más sobre lo que se ha denominado gramática universal, es decir, lo que compartimos como especie, la cual se concibe como un conjunto de principios y de parámetros con los que todos los seres humanos nacemos, y nos permite adquirir una lengua de manera natural, como lo hacemos, como lo señala Chomsky.

El lenguaje es un sistema que configura una estructura cognoscitiva, que está construido sobre la gramática universal, se ajusta a ella y posee recursos creativos, en donde tiene relación el llamado lenguaje inclusivo.

A la gente se le olvida que el lenguaje no sólo sirve para comunicarse, también es central para construir ciencia, para sistematizar y organizar ideas, para simular una comunicación inexistente o imaginaria, para hablar y analizar hechos pasados o futuros, para prometer, para construir metáforas, para ironizar, para parodiar, para discriminar, para ofender, para burlarse de algo o de alguien, con el lenguaje persuadimos, convencemos a los demás, para crear significados nuevos y también para jugar, reiteró la también lingüista.

El lenguaje es una facultad muy vinculada pero no determinada por la inteligencia, y también está relacionada con la creatividad, lo que es central para el tema que estamos abordando. No hay que olvidar que las lenguas son parte de la identidad de los pueblos y están estrechamente asociadas a la cultura.

El lenguaje cambia, por múltiples razones, sin embargo, estos cambios no implican involución ni evolución, es decir, esta idea de que los lenguajes se corrompen o se echan a perder es muy equivocada.

Los cambios se deben a muchas razones, entre ellas preferencias, modas, fallas fonéticas o léxicas de los hablantes y en general se ha visto que el cambio lingüístico se dispara por el oído, el cambio lingüístico ha sido muy estudiado y se determinó que se ha dado porque a veces los hablantes pronuncian mal o bien porque un sonido lingüístico se hace parecido a los sonidos de su entorno, o por fenómenos analógicos, como la forma verbal haiga por el halla, porque haiga se forma por los modelos caiga, traiga y otros. El cambio lingüístico es fundamentalmente fonético.

Segunda sesión

Por ello, las propuestas del lenguaje inclusivo de emplear la equis o la arroba han sido menos exitosas debido a que no se pronuncian, tienen efectividad en el lenguaje escrito, por ello en las redes sociales son importantes, aunque no tengan el sonido correspondiente. Es necesario señalar que el cambio fonético es lento, se requieren tres o cuatro generaciones para que se acepte y generalice, y se da sólo en la medida que ese cambio aparezca en todas las partes del discurso.

La propuesta de emplear la letra y el sonido e en las desinencias que marcan el género, en ese sentido, es más viable, ya que tiene pronunciación, sin embargo, sería necesario considerar que las expresiones les profesores, les investigadores, les impulsores, etcétera, son masculinas porque tenemos la correspondiente forma las profesoras, las investigadoras, las impulsoras, entonces necesitamos tres formas para usar el le. No hay que olvidar que la e no puede ser una forma neutra del todo.

Aguirre recalcó que el cambio lingüístico es inevitable, continuo, se puede predecir a partir de las tendencias, es inconsciente, es imperceptible, es ciego (si se dan las condiciones fonéticas se ha de producir el cambio), pero nunca ha sido provocado por decreto ni por decisión propia y deliberada de los hablantes. Nunca se ha presentado como resultado de la propuesta de un grupo de hablantes, si se logra imponer esto, ésta sería la primera vez.

Llama la atención que este tipo de frases o palabras del lenguaje inclusivo sólo las escuchamos, muchas veces, en discursos no muy cuidados, que nada más quieren cumplir, en frases del inicio, del arranque de manifiestos, desplegados, declaratorias, en discursos de índole político que tienen una función apelativa, pero en el resto del texto ya no se usa.

Las academias, los diccionarios, las escuelas y organismos especialistas tienen entre sus funciones regular y registrar los usos lingüísticos, cuando se considera que un cambio se ha generalizado lo incorporan al diccionario y realiza la descripción en su gramática. Son instancias formales y, debido a su naturaleza, conservadoras, que siempre están a la zaga y no a la vanguardia.

Crear expresiones como perspectiva de género, violencia familiar son cosas que no se nombraban, ese aspecto del lenguaje creativo nos ha permitido crear esas palabras.

Al preguntarse ¿qué tiene que ver la gramática con la discriminación?, la especialista explicó que la gramática refleja actitudes discriminatorias, aunque algunos especialistas han dicho que la gramática no es discriminatoria pero sus hablantes sí, y por ello el discurso es discriminatorio, sin embargo, el discurso sí refleja la visión del mundo de los hablantes, la gramática no. Hay muchísimas lenguas, la mayor parte, que no tienen marca de género y sus sociedades sí son discriminatorias.

Aseguró que la gramática no es binaria, ni progresista ni retrógrada, las sociedades sí lo son. En gramática no hay juicios de valor, en las sociedades sí. Gramaticalmente el español marca masculino y femenino, sí es cierto que hay más sustantivos masculinos y ello se debe a que provienen de todos los sustantivos masculinos en latín y se sumaron todos los neutros.

No se trata que la lengua tenga género neutro; sabemos que el español tradicionalmente ha empleado las formas masculinas plurales para referirse de manera genérica a hombres y mujeres, y esta práctica es la que se critica en el lenguaje inclusivo, aunque los conservadores afirman que están incluidos todos, el problema es que hay muchas organizaciones de mujeres y algunas pertenecientes a la diversidad sexual que o se sienten incluidos en estas formas.

Lo que quisiera destacar aquí es que no nos percatamos de la flagrante discriminación social lograda a través de estrategias sintácticas en la construcción de discurso, es decir, usar la gramática para discriminar. 

Da la impresión de que el lenguaje inclusivo y la recomendación de desdoblar los géneros no está presente en todo el discurso, conviene recordar que las formas femeninas, por ejemplo, jueza, alcaldesa, gobernadora, son muy viejas, aunque antiguamente se utilizaban en sentido peyorativo para designar a la esposa del juez.

El lenguaje inclusivo no es un fenómeno meramente lingüístico o gramatical, representa un posicionamiento político, una postura respecto a la marginación de las mujeres y de los homosexuales en nuestras sociedades machistas. Es una expresión de descontento y de inconformidad social que trata de hacerse oír en el aplastante mundo patriarcal. Es un reclamo legítimo que tiene un objetivo social.

El lenguaje incluyente parte de la ideal de que la lengua y su gramática, en cierta forma, forjan la realidad de quienes la emplean y que han desplazado, minimizado e invisibilizado las identidades femeninas y las orientaciones o identidades sexuales distintas, diferentes, otra vez viene a cuenta lo que no se nombra no existe.

Munguía Zatarain señaló que el lenguaje inclusivo trata de visibilizar a los grupos ignorados e intenta romper el androcentrismo, por un lado, y el heterocentrismo, la heterosexualidad, sin embargo, señaló que los obstáculos en el lenguaje son, por un lado, que si usamos el desdoblamiento (señoras y señores) podríamos fortalecer la idea binaria de la realidad, cuando sabemos que las identidades, las subjetividades e incluso los cuerpos no son binarios, existen muchas posibilidades.

“En ciertos contextos sí es bueno usar ciertas palabras o expresiones con un significado abstracto o colectivo con los que ya cuenta la lengua en lugar de utilizar el masculino o el desdoblamiento (en lugar de el hombre, el ser humano). También habría que tener cuidado en no caer en la hipercorrección en el afán de utilizar un lenguaje inclusivo. Pero sí creo que es necesario actualizar las reglas sociales, las leyes, pero también tenemos que cambiar las distintas prácticas discursivas, no gramaticales.

El lenguaje inclusivo no puede tildarse de ser una tontería o una cortina de humo que distrae la atención de lo importante, afirmó la especialista al tiempo que aseguró que hay que tener cuidado de que no se convierta en un recurso para únicamente aplacar las conciencias oficiales o para consolar y darles por su lado de manera condescendiente a las mujeres, los homosexuales, a las personas transgénero, hay que considerar que un lenguaje inclusivo no puede reducirse al empleo eufemístico de algunas formas o expresiones que muchos hablantes podrían emplear sólo para quedar bien o para ser políticamente correcto.

El lenguaje inclusivo tendría que representar un camino distinto sin juicios misóginos y homofóbicos y sin prejuicios, para transitar hacia un orden social no machista ni necesariamente binario, aunque las propuestas actuales no resuelven todos los problemas. Tenemos que reconocer que el lenguaje ha sido una fuente de violencia simbólica perpetuada por estereotipos de género, pero el empleo del lenguaje incluyente por sí solo no elimina la desigualdad. Hay que luchar y lograr un cambio en todos los ámbitos para no quedarnos en la superficie, concluyó.

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